miércoles, 21 de julio de 2010

Cuando llegamos al mundo nos encontramos con un hogar ya constituido. Ahí estaban nuestros padre, abuelos, posiblemente hermanos, primos, y cada uno dentro de la organización familiar, ocupaba ya un lugar. Yo y todos, sin ser consientes , nos adaptamos a las circunstancias y "ocupamos" el sitio que nos habían preparado o simplemente el que encontramos libre. Leer más

LOS MENSAJES PARENTALES

Vivencias vividas(4)
Cuando llegamos al mundo nos encontramos con un hogar ya constituido. Ahí estaban nuestros padre, abuelos, posiblemente hermanos, primos, y cada uno dentro de la organización familiar, ocupaba ya un lugar. Yo y todos, sin ser consientes , nos adaptamos a las circunstancias y "ocupamos" el sitio que nos habían preparado o simplemente el que encontramos libre.
Así es posible que ya hubiese un hermano inteligente, un primo simpático, etc…. y entonces nuestro rol quizás fuese el del niño rebelde. A partir de ese rol comienzan a formarse las opiniones de los que nos rodean respecto de nuestros comportamiento, y esa observación se transforman en acciones, gestos, palabras, mensajes que son las que a la postre, las que van conformando nuestra personalidad.
Estoy convencido que nuestro entorno cercano, padres, personas de referencia, maestros, sin saberlo y con la mejor intensión, desde niños nos repitieron mensajes mas o menos directos que marcaron nuestra vida; nos compararon, juzgaron, y hasta pronosticaron nuestro futuro !!!…… y todo "con la sana intención de hacernos mejores personas, triunfadores en la vida".
Segú la psicología actual (no se la de entonces), no es ésta una buena forma de formar a un crio. Generalmente en lugar de remarcar lo positivo, nuestras personas de referencia nos recalcan lo que hacemos mal.
¡Cuántas veces nos habrán dicho, “mira que bien lo hace fulanito", o "mira que inteligente es tu amigo que saca buenas notas" o simplemente "eres un inútil” y tantas otra barbaridades!.
Y es que las cosas más básicas que uno necesita para vivir, como es saber respirar (bien),  elevar nuestra autoestima, saber racionalizar los problemas cotidianos, nunca jamás estuvieron presentes en nuestra formación, la que ha sido enciclopedista y de premios y castigos. Tampoco, ya en la edad de ser padre, nadie nos enseño a educar, lo que se considerábamos algo natural, que aparecía por generación espontanea al parir. ¡Qué error! .¡Que horror!
Si hacemos el esfuerzo de volver atrás, a la niñez, nos sorprenderíamos de la hostilidad de los mensajes parentales , y aquellos vientos trajeron estos lodos. Somos lo que vivimos.
Yo tengo el recuerdo de haber sido un chico feliz, pero en el subconsciente quedaron residuos, cuestiones que en aquellos días no reparábamos precisamente porque éramos niños. Hoy buceando en aquellos días, encuentro explicación a muchos de mis comportamientos actuales, a mis fortalezas y debilidades.