lunes, 16 de agosto de 2010

CONFIDENCIAS (3) MIS FRACASOS

El fracaso, considerado como la frustración de un proyecto, puede ser individual o colectivo. Cuando tenemos la constatación personal de haber fracasado, por ejemplo, en nuestro proyecto de vida, ¿debemos de cargar exclusivamente con la culpa, o se debe repartir entre los que participaron del proyecto?. Llegados a este punto, las inculpaciones y la autodefensa de la "razón" de cada uno de los implicados en el fracaso que creen tener, turba el panorama de tal manera que no hay forma humana de llegar a conclusiones que nos permitan no volver a fracasar. El ere que ere en nuestro discurso es el peor camino para despejar el futuro. Así una y otra vez nos vamos limitando más y más en nuestra percepción sobre la vida, y cada vez somos un poco mas celosos de nuestras estupideces que tanto daño nos causan.
Con los años vividos, es cierto aquello de que cada día nos hacemos más impermeables a aceptar una vida relacional, hasta llegar a defender a ultranza nuestro individualismo y en ocasiones, hacer de ello un trofeo ecuménico.
Particularmente considero haber tenido fracasos evidentes, que pesan, ¡y cuanto! en la mochila de la vida, y a la hora de analizar detenidamente cada caso, encuentro un error recurrente, el no haber dejado claro desde el primer momento mis convicciones y patrones de vida, y en lugar de defenderlos, me he dejado llevar por las circunstancias impuestas con el fin de agradar y aferrarme con apego a lo que se presentaba como grandiosa posibilidad. Tremendo error cuando se cree que el tiempo todo lo arregla.
En la vida hay que ceder, es más, se debe ceder en aras de la convivencia, pero nunca al extremo de colisionar con nuestra identidad y principios fundamentales. Cuando así actuamos, estamos llamando a la puerta del fracaso.
Por lo tanto y respondiendo a la pregunta del comienzo, hago mía la responsabilidad de mis fracasos, simplemente por no haber sido sincero con migo mismo.
No obstante lo expresado, sigo creyendo que lo bueno de la vida está POR VENIR, y al porvenir me referiré próximamente; tengo ganas de escribir sobre lo positivo de la vida

miércoles, 21 de julio de 2010

Cuando llegamos al mundo nos encontramos con un hogar ya constituido. Ahí estaban nuestros padre, abuelos, posiblemente hermanos, primos, y cada uno dentro de la organización familiar, ocupaba ya un lugar. Yo y todos, sin ser consientes , nos adaptamos a las circunstancias y "ocupamos" el sitio que nos habían preparado o simplemente el que encontramos libre. Leer más

LOS MENSAJES PARENTALES

Vivencias vividas(4)
Cuando llegamos al mundo nos encontramos con un hogar ya constituido. Ahí estaban nuestros padre, abuelos, posiblemente hermanos, primos, y cada uno dentro de la organización familiar, ocupaba ya un lugar. Yo y todos, sin ser consientes , nos adaptamos a las circunstancias y "ocupamos" el sitio que nos habían preparado o simplemente el que encontramos libre.
Así es posible que ya hubiese un hermano inteligente, un primo simpático, etc…. y entonces nuestro rol quizás fuese el del niño rebelde. A partir de ese rol comienzan a formarse las opiniones de los que nos rodean respecto de nuestros comportamiento, y esa observación se transforman en acciones, gestos, palabras, mensajes que son las que a la postre, las que van conformando nuestra personalidad.
Estoy convencido que nuestro entorno cercano, padres, personas de referencia, maestros, sin saberlo y con la mejor intensión, desde niños nos repitieron mensajes mas o menos directos que marcaron nuestra vida; nos compararon, juzgaron, y hasta pronosticaron nuestro futuro !!!…… y todo "con la sana intención de hacernos mejores personas, triunfadores en la vida".
Segú la psicología actual (no se la de entonces), no es ésta una buena forma de formar a un crio. Generalmente en lugar de remarcar lo positivo, nuestras personas de referencia nos recalcan lo que hacemos mal.
¡Cuántas veces nos habrán dicho, “mira que bien lo hace fulanito", o "mira que inteligente es tu amigo que saca buenas notas" o simplemente "eres un inútil” y tantas otra barbaridades!.
Y es que las cosas más básicas que uno necesita para vivir, como es saber respirar (bien),  elevar nuestra autoestima, saber racionalizar los problemas cotidianos, nunca jamás estuvieron presentes en nuestra formación, la que ha sido enciclopedista y de premios y castigos. Tampoco, ya en la edad de ser padre, nadie nos enseño a educar, lo que se considerábamos algo natural, que aparecía por generación espontanea al parir. ¡Qué error! .¡Que horror!
Si hacemos el esfuerzo de volver atrás, a la niñez, nos sorprenderíamos de la hostilidad de los mensajes parentales , y aquellos vientos trajeron estos lodos. Somos lo que vivimos.
Yo tengo el recuerdo de haber sido un chico feliz, pero en el subconsciente quedaron residuos, cuestiones que en aquellos días no reparábamos precisamente porque éramos niños. Hoy buceando en aquellos días, encuentro explicación a muchos de mis comportamientos actuales, a mis fortalezas y debilidades.