miércoles, 24 de octubre de 2012

LOS LÍMITES DEL AJUSTE (II)


Equilibrio fiscal, sobre como rebajar gastos e  impuestos es más beneficioso


En un artículo anterior mostraba como la debacle de Grecia no es producto de la adopción de drásticas medidas de ajuste, sino del despilfarro previo.  El concepto de “ajuste” en la jerga proge, descalifica las medidas de austeridad, porque en el discurso de un progre, este concepto no tiene lugar. Decía en aquella ocasión, que los ajustes, si bien tienen por objeto equilibrar las finanzas públicas, se puede hacer básicamente de dos formas: 1) bajando gastos y subiendo impuestos (la receta clásica) o 2) bajando gastos y bajando impuestos. Aunque en los dos casos se habla de bajar gastos, la forma de bajar los gastos difiere. Sobre la primera forma no hace falta comentarios, todos conocemos por vivida esa política, los gastos se bajan poco y los impuestos sube al cielo; la segunda merece algunas palabras.
Por el lado de la disminución del gasto público, se hace tan necesario bajar los gastos corrientes como los subsidios (no la inversión), lo cual inevitablemente traerá aparejado un sinceramiento del  lado de los precios de todos aquellos productos intervenidos, por ejemplo las tarifas de los servicios y la energía. Otro componente del lado del gasto lo conforma el pago de la deuda. Una economía desquiciada siempre observa un fuerte endeudamiento en todos los plazos.
Observaremos que en amplísimos sectores sociales (el número depende la intervención del Estado y del clientelismo), la reducción del gasto traerá aparejada la perdida de ciento de miles  de empleos públicos y “clientelismo”, ya que bajar el gasto corriente lleva a racionalización, y los primeros empleos que caen son los prescindibles (los puestos que nunca debieran haber creado); por otra parte, se  verán aumentadas significativamente las tarifas de todo tipo, producto del sinceramiento de los precios. Por lo tanto, los sectores  sociales afectados consideraran esta forma de arreglar las cuentas públicas como “nefasta”.
 Ahora bien, habrá otros sectores cuyos rendimientos  del trabajo no dependen del estado y por lo tanto no verán mermado su s ingresos, aunque si sentirán el coste del sinceramiento de tarifas. El menor costo que debe pagar este sector tiene lógica, ya que en el pasado fue su esfuerzo el que sostuvo los coste del despilfarro y de la masa clientelar.
Por el lado de los impuestos, rebajarlos en una primera instancia, significará posiblemente mayor déficit, pero si ello  ocurre, será solo por poco tiempo. El hecho de que un gobierno rebaje impuestos tiene un efecto sobre la psicología del capital y la inversión que generan una atracción fatal. Por otra parte, un gobierno que rebaja impuestos, al mismo tiempo que libera tarifas, seguramente llevará adelante una flexibilización del mercado laboral y una desregulación del comercio. Todo esto genera una shock de confianza formidable que hace que en poco tiempo ese país sea una realidad tan diferente, que ni la madre que lo pario lo reconocería. Por el lado de la deuda, resulta mucho más fácil negociar quitas y deferir pagos en un esquema del tipo 2) que en el 1), en el cual un planteamiento de renegociación de deuda generará una mayor retracción del capital y la inversión producto de la desconfianza. En el esquema 2) el clima de negocios facilita formas más llevaderas de honrar los compromisos.
Entonces, ¿Porqué se aplican medidas fiscales del  modelo 1) y no del 2)?. Sencillamente porque en el primer tiempo,  en el modelo 1) el impacto en los sectores medios y bajos de la economía es relativo, se prescinde de menos empleos superfluos, el gasto se baja pero no tanto, se produce así un continuo goteo a la baja en la calidad y cantidad de las prestaciones  y del nivel adquisitivo, y por lo tanto una parte significativa de la sociedad (la más sufrida) se irá  adaptando y aceptando el “ajuste” plásticamente. Ahora bien, este forma de realizar el ajuste no llegará nunca a forjar una sociedad prospera y económicamente fuerte. El esfuerzo inicial será menor, pero el resultado a  largo plazo pobre.
La aplicación de medidas del tipo 2) tienen en el primer tiempo, un impacto muy alto en las clases bajas (justamente las más favorecidas por las prebendas del estado despilfarrador), por lo que los gobernantes temen su aplicación por miedo a la revuelta social (los sindicatos juegan un rol fundamental aquí). Sin duda el gobierno que con autoridad, firmeza, convicción y una política monetaria en el corto plazo dirigida a la creación de empleo,  logre contener la ira popular, en poco tiempo verá como el ambiente de inversión y negocios que favorecen las medidas adoptadas, creara trabajo y prosperidad, y  si se persevera en el intento, en poco tiempo ese país será sin lugar dudas un gran país.
Si la casta progre llama a las medidas del tipo 1) “de corte neo liberal” como si del mismo diablo se tratara, a las medidas del tipo 2) ¿Cómo las llamaría?, ya que en la idea de un progre, bajar impuestos es favorecer a los que más tienen, COMO QUE SI LOS QUE MENOS TIENEN PORCENTUALMENTE NO PAGARAN MÁS IMPUESTOS QUE LOS MAS RICOS!!!.