'Un mate y un amor...'
de Lalo Mir en el programa 'Lalo Bla Bla' Radio Mitre (ARGENTINA)
El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca.
Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed.
Es más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si
estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es 'hola' y la segunda
'¿unos mates?'.
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras
estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar.
En verano y en invierno.
Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos
y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das
tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme
cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el
corazón del cuerpo.
Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy
caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente
pregunta, cuando no hay confianza: '¿Dulce o amargo?'. El otro responde:
'Como tomes vos'.
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba.
La yerba es lo único que hay siempre, en todas las
casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino
tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular.
Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.
Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí.
El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma.
O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.
Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un
mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno.
Por adentro hay revoluciones.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...
Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena.
La charla, no el mate.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar,
vos hablás mientras el otro toma
y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!'.
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, estúpidamente, '¿está caliente, no?'.
Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación.
Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir 'gracias', al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de
encontrarse sin mayores pretensiones
que compartir.
¿TE SENTISTE INCLUIDO?....
Compartilo entonces con quienes alguna vez tomaste un mate ...
jueves, 27 de agosto de 2009
Un mate y un amor
'Un mate y un amor...'
de Lalo Mir en el programa 'Lalo Bla Bla' Radio Mitre (ARGENTINA)
El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca.
Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed.
Es más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si
estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es 'hola' y la segunda
'¿unos mates?'.
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras
estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar.
En verano y en invierno.
Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos
y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das
tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme
cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el
corazón del cuerpo.
Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy
caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente
pregunta, cuando no hay confianza: '¿Dulce o amargo?'. El otro responde:
'Como tomes vos'.
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba.
La yerba es lo único que hay siempre, en todas las
casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino
tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular.
Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.
Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí.
El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma.
O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.
Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un
mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno.
Por adentro hay revoluciones.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...
Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena.
La charla, no el mate.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar,
vos hablás mientras el otro toma
y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!'.
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, estúpidamente, '¿está caliente, no?'.
Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación.
Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir 'gracias', al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de
encontrarse sin mayores pretensiones
que compartir.
¿TE SENTISTE INCLUIDO?....
Compartilo entonces con quienes alguna vez tomaste un mate ...
de Lalo Mir en el programa 'Lalo Bla Bla' Radio Mitre (ARGENTINA)
El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca.
Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed.
Es más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si
estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es 'hola' y la segunda
'¿unos mates?'.
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras
estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar.
En verano y en invierno.
Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos
y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das
tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme
cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el
corazón del cuerpo.
Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy
caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente
pregunta, cuando no hay confianza: '¿Dulce o amargo?'. El otro responde:
'Como tomes vos'.
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba.
La yerba es lo único que hay siempre, en todas las
casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino
tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular.
Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.
Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí.
El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma.
O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.
Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un
mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno.
Por adentro hay revoluciones.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...
Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena.
La charla, no el mate.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar,
vos hablás mientras el otro toma
y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!'.
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, estúpidamente, '¿está caliente, no?'.
Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación.
Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir 'gracias', al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de
encontrarse sin mayores pretensiones
que compartir.
¿TE SENTISTE INCLUIDO?....
Compartilo entonces con quienes alguna vez tomaste un mate ...
jueves, 18 de junio de 2009
KEYNES Y SUS IDEAS REVIVEN CON FUERZA
Las últimas entradas en las que he hablado de la bolsa, han sido para presentar un mercado que espero bajista (aunque se resiste bien es cierto). Los motivos dos, 1) que no veo que las cotizaciones bursátiles actuales de las empresas se adecuen a la realidad económica, y 2) que como no he comprado en todo este rebote, SOY BAJISTA, y quiero que la bolsa baje poder entrar. Así somos y así nos comportamos en el mercado. Lógico ¿no?.
En mi opinión hay tres razones técnicas para pensar que la bolsa ESTÁ CARA: 1) el PER (relación entre la cotización y el beneficio) actualmente de las bolsas, es de 17 veces, cuando en las crisis del 74 y 82 eran de 7 veces. 2) El rebote desde los mínimos de marzo que está de media entre un 25 y un 35%, no se debe a ninguna señal de recuperación económica, sino según mi criterio, a cuestiones psicológicas que son las que en última instancia mandan y distorsionan los mercados y 3) Si algunos indicadores estarían mostrando una inflexión en la curva de deterioro económico, en ningún caso esto se relaciona con el consumo, (fuente genuina del crecimiento económico) sino con el GASTO PUBLICO, lo cual nos está llevando a que el déficit público se dispare con las nefastas consecuencias que ya conocemos.
Conclusión, que un incendio no se apaga con gasolina, y eso es lo que están haciendo gobiernos y Bancos Centrales en este momento. Así como hubieron en la historia tristes burbujas que inflaron artificialmente los precios y aun no hemos aprendido lo perverso que ello es para la sociedad y su economía, tampoco hemos aprendido a que el gasto publico desmadrado, termina inexorablemente reflejándose en la inflación, que es la mejor forma de empobrecer la población que menos capacidad económica tiene.
En mi opinión hay tres razones técnicas para pensar que la bolsa ESTÁ CARA: 1) el PER (relación entre la cotización y el beneficio) actualmente de las bolsas, es de 17 veces, cuando en las crisis del 74 y 82 eran de 7 veces. 2) El rebote desde los mínimos de marzo que está de media entre un 25 y un 35%, no se debe a ninguna señal de recuperación económica, sino según mi criterio, a cuestiones psicológicas que son las que en última instancia mandan y distorsionan los mercados y 3) Si algunos indicadores estarían mostrando una inflexión en la curva de deterioro económico, en ningún caso esto se relaciona con el consumo, (fuente genuina del crecimiento económico) sino con el GASTO PUBLICO, lo cual nos está llevando a que el déficit público se dispare con las nefastas consecuencias que ya conocemos.
Conclusión, que un incendio no se apaga con gasolina, y eso es lo que están haciendo gobiernos y Bancos Centrales en este momento. Así como hubieron en la historia tristes burbujas que inflaron artificialmente los precios y aun no hemos aprendido lo perverso que ello es para la sociedad y su economía, tampoco hemos aprendido a que el gasto publico desmadrado, termina inexorablemente reflejándose en la inflación, que es la mejor forma de empobrecer la población que menos capacidad económica tiene.
jueves, 11 de junio de 2009
Recuperar el autentico capitalismo, un desafío social
Quizás una buena forma de encontrar la raíz de los vocablos y las teorías, sea recurrir al diccionario. En este caso, el diccionario de la Real Academia, define al capitalismo como: “Régimen económico fundado en el predominio del capital como elemento de producción y creador de riqueza”. He destacado la palabra predominio, que según el diccionario significa: “Poder, superioridad, influjo o fuerza dominante que se tiene sobre alguien o algo”. ¿Sobre que ejerce tal superioridad el capital?, sobre la otra parte del sistema, la que conforman el trabajo. Hasta aquí, y cuando el estado como organización social, política y jurídica, no existía o no tenia el poder que hoy tiene, los desbordes del capital sobre el trabajo fueron una realidad. La historia demuestra que costo muchas, muchísimas vidas, pero se consiguió, instalar los derechos de trabajados, derechos que fueron conquistados por la sociedad, y que depositó en el Estado velar por su cumplimiento. Cuando este esquema funcionó, el capitalismo creo riqueza, bienestar y elevó la expectativa de vida de los hombres y mujeres, como hace 100 años nadie hubiese soñado. Allí, en la reunión inteligente del Estado de derecho, el capital y el trabajo, radicó el éxito del sistema. Pero también debemos observar que, el sistema se ha pervertido y fracasado el capitalismo, cuando el capital ha ejercido su predominio (superioridad, influjo o fuerza dominante) sobre los Estado, desnaturalizando y subvirtiendo de esa forma el monopolio de la justicia que la sociedad entregó al Estado, y de ese modo, se perdieron derechos y se desvirtuó la relación triangular, capital, derecho, trabajo.
La otra parte del éxito del capitalismo contemporáneo en el ámbito mundial, se debe en gran parte, a que el sistema de referencia por antonomasia con el que cabía contrastar los resultados de su aplicación, el comunismo, ha fracasado estrepitosamente.
Pero también tiene absoluta valides un dicho anónimo que reza “bajo el capitalismo, el hombre explota al hombre, con el comunismo ocurre exactamente lo contrario”. Esto es definitivo, y solo se puede evitar, por el cumplimiento a rajatabla de la ley, del Estado de Derecho.
Esta demostrado que quienes en otra época fueron defensores del comunismo soviético y que hasta hace algunos años defendían con admiración su aplicación universal como la mejor forma de organización política y social, hoy son los primeros arrepentidos, y disimulan elegantemente su conversión, y en cuando les toca gobernar, no dudan en adoptar políticas de corte capitalista, auque para “la galería”, definan sus a gobiernos como terceras posiciones, centroizquierda (cada vez más centro que izquierda), o simplemente socialistas a secas, evidenciándose en muchos casos el abandonando de la denominación de socialdemócratas, por estar esta definición un tanto devaluada, al menos en la Europa que la vio nacer.
Los nostálgicos y melancólicos que aun añoran la revolución bolchevique y sus consecuencias, precisamente por su misma condición, han quedado fuera de la historia e invalidados de participar de las nuevas consignas que requiere la mundialización, si bien es justo reconocer, que de ellos debemos asimilar, aunque más no sea en forma marginal, la utopía y el romanticismo que les caracterizó, dos condiciones necesarias para llevar a cavo las transformaciones sociales pendientes y necesarias. También es correcto afirmar, que sin ellas, las transformaciones del tejido social pendientes se constituirían en una utopía inalcanzable, pero si que todo cambio heroico, implica una fina combinación de racionalismo y utopía.
Entre los “extremos” de la organización social, otrora con amplia militancia en ambas concepciones, hoy vemos que la participación ciudadana no es relevante en esos cuadros, entre otras cosas, porque la preocupación de la sociedad contemporánea, se decanta por otras y bien diferentes cuestiones, relacionadas con el consumo, el bienestar, las practicas lúdicas, banales o hedonistas, o sea, lo que hoy se denomina, calidad de vida.
El trascendentalismo ha pasado de moda; las ideologías –que no es lo mismo que las ideas- perecieron y resultaron sepultadas por un chabacano y dialéctico debate mediático carente de rigor. Hoy es más frecuente que los políticos discutan por televisión, que no en el parlamento, donde todo está amañado de antemano. Muchas veces nos hemos alegrado por la defunción de las ideologías, y así, equivocadamente, creímos que la respuesta a semejante cambio, conllevaría a un mundo más armónico, solidario, justo y pacifico. El presente nos demuestra que habíamos caído en un error, pero lo que es peor, el futuro, de no mediar cambios, se puede tornar insoportable por la incertidumbre que se presenta ante la falta de alternativas que remedien las injusticias vigentes.
Desde el nacimiento y definición de la organización social, entre los diferentes sistemas que adoptaron las diversas civilizaciones, siempre existieron formas del pensamiento contrapuestas, que discurrían desde las moderadas a las revolucionarias; de la defensa a ultranza del “régimen imperante”, a los que propiciaban un “nuevo régimen”; de las que alentaban el poder absoluto y el despotismo a las libertarias; de los totalitarismos a la libertad republicana defensora de la división de poderes y la dignidad del hombre. En definitiva, la historia se debate siempre entre los que creen en el hombre, con sus virtudes y miserias, y los que lo aborrecen, desprecian y ningunean, para erigirse ellos, los supremos y poderosos, en artífices y depositarios del poder.
Que le ocurre con el capitalismo en nuestros días
Está claro que salvo excepciones, el mundo económico occidental responde a la estructura capitalista. Además celebramos la incorporación de países, hasta hace poco comunistas y que pertenecían a la antigua URSS, a la Unión europea y últimamente, el ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio, que Rusia se incorporé al G7 y ¡hasta a al OTAN!.
Es natural que cualquier referencia que se realice a la condición de vida de los habitantes del mundo, quienes participan del capitalismo, no encontrarán dificultad para aseverar que la calidad de vida de sus ciudadanos, supera en todos los índices, a los habitantes del mundo no capitalista.
Sin embargo, no hace falta estar muy informado para ver que en gran parte del mundo, el capitalismo encuentra cada día más opiniones que lo injurian y maltratan hasta ponerlo como un sistema perverso e inhumano, presentando a los capitalistas como unos señores que se desvelan, pensado como ganar más y más dinero (algo natural, si lícito), pero a costa de machacar al trabajador. Y como algo de razón hay en ambos extremos, ósea, entre los que halagan y los que condenan, alguna explicación debemos encontrar a esa dicotomía. Quizás recurriendo a comportamientos éticos encontremos la mejor explicación, la más inteligente, para luego intentar actuar en consecuencia.
Sin lugar a dudas, parte del problema, de difícil por no decir de imposible solución, está en el fundamentalismo dialéctico, o simplemente en el cinismo o la mentira que reduce los problemas reales que padece dos terceras partes de la población mundial al capitalismo. Eso profetizan muchos encumbrados disertantes que ejercen en cuanta oportunidad se les presenta como los salvadores de la humanidad. Ante esas conductas poco cabe hacer, y algunas de esas practicas parecen haberse entronizado de algunos adalides carismáticos, que utilizan tribunas en reconocidos foros, ya sea en Davos, Nueva York, o Seatle, para los capitalistas, o los “sociales” de los antiglobalización, para lanzar consignas demagogicas alejadas de lo que la gente quiere o necesita.
Un segundo problema, y este para mí el de mayor envergadura, pero de posible solución si se aplica la ética de la inteligencia, radica en la desaforada concentración del poder empresario, amparado, cuando no propiciado, por los propios gobiernos que renunciaron a ser los garantes de la defensa de la competencia, la libertad de comercio y de trabajo, tentados y comparados por el embrujo del dinero. No está de más recordar, que la “ley de bronce” del capitalismo, es la oferta y la demanda universal, o sea, la competencia en su más amplio concepto, lo cual está reñido con la concentración, el oligopolio y las regulaciones. Pero también es bueno recordar que el capitalismo tiende por defecto a la concentración económica y por ello, es imperioso para la preservación del sistema, imponer controles para evitar tal concentración afecte a la sociedad y a la competencia comercial.
La aparentemente inofensiva y celebrada estrategia de fusión de empresas, que comenzó en norteamericanas a comienzos de la década de los 90 y años más tarde en Europa, desató una inusitada euforia bursátil que fue un aporte sustancial a la tasa de crecimiento económico, la que parecía impulsado por una fuerza invisible, que como por arte de magia, se visualizaba mediante crecimientos económicos de magnitudes envidiables. Este espejismo subvirtió el sistema, dando lugar a la postre, a la proliferación de quiebras millonarias y calamitosos trastornos sociales. Allí esta la “eléctrica” Enron como ejemplo supremo de estafa y corrupción en la cuna misma del Estado de Derecho y el capitalismo.
Pero sin llegar a esos extremos fraudulentos, las nuevas formas de las políticas empresariales, está minando su propia esencia, imponiendo una nueva versión de la “esclavitud laboral” a la que somete a sus empleados, sin diferenciar condición o puesto que ocupen en la organización. Estas prácticas incluyen una jornada laboral sin límites razonables, o la desnaturalización de una excelente política laboral de “objetivos”, la que tornase desmedida y salvaje, somete al trabajador a una insoportable presión que lo destruye como persona. Debemos recordar que no existe capitalismo sin ética, de lo contrario se rata de otra cosa.
En fin, todo ello me lleva a afirmar que las deficiencias económicas y sociales no están en el sistema capitalista, tal como hemos entendido el capitalismo desde siempre, -el de la sumatoria armoniosa del capital y el trabajo fecundo, bajo estrictas reglas de convivencia, y con beneficios individuales y colectivos-, ni tampoco en los empresarios creadores de riqueza, ni en la modernización de los medios de producción que conlleva a la productividad, ni en los beneficios económicos, razón de ser de una empresa, sino que el mal radica en la “cultura del pelotazo”, en los inescrupulosos que juegan a empresarios, cuando en realidad actúan como especuladores o administradores desaprensivos de fondos basura que manejas miles de millones, y que eufemísticamente llaman “fondos de inversión”. El mundo entero está inmerso en estas prácticas depredadoras que la izquierda maligna llama "capitalismo salvaje", cuando en realidad se trata de actividades corruptas vinculadas en muchos casos al blanqueo de dinero o la usura, las que están dejando en la ruina a trabajadores y familias que creyeron pertenecer a grandes y sólidos grupos empresarios, que no eran más que una máscara o tapadera de actividades delictivas.
Por el bien y honra del capitalismo tradicional que debemos recuperar, vallan los conceptos vertidos en este artículo".
Carlos Vázquez Dieguez
Pamplona, 7 de febrero de 2002
La otra parte del éxito del capitalismo contemporáneo en el ámbito mundial, se debe en gran parte, a que el sistema de referencia por antonomasia con el que cabía contrastar los resultados de su aplicación, el comunismo, ha fracasado estrepitosamente.
Pero también tiene absoluta valides un dicho anónimo que reza “bajo el capitalismo, el hombre explota al hombre, con el comunismo ocurre exactamente lo contrario”. Esto es definitivo, y solo se puede evitar, por el cumplimiento a rajatabla de la ley, del Estado de Derecho.
Esta demostrado que quienes en otra época fueron defensores del comunismo soviético y que hasta hace algunos años defendían con admiración su aplicación universal como la mejor forma de organización política y social, hoy son los primeros arrepentidos, y disimulan elegantemente su conversión, y en cuando les toca gobernar, no dudan en adoptar políticas de corte capitalista, auque para “la galería”, definan sus a gobiernos como terceras posiciones, centroizquierda (cada vez más centro que izquierda), o simplemente socialistas a secas, evidenciándose en muchos casos el abandonando de la denominación de socialdemócratas, por estar esta definición un tanto devaluada, al menos en la Europa que la vio nacer.
Los nostálgicos y melancólicos que aun añoran la revolución bolchevique y sus consecuencias, precisamente por su misma condición, han quedado fuera de la historia e invalidados de participar de las nuevas consignas que requiere la mundialización, si bien es justo reconocer, que de ellos debemos asimilar, aunque más no sea en forma marginal, la utopía y el romanticismo que les caracterizó, dos condiciones necesarias para llevar a cavo las transformaciones sociales pendientes y necesarias. También es correcto afirmar, que sin ellas, las transformaciones del tejido social pendientes se constituirían en una utopía inalcanzable, pero si que todo cambio heroico, implica una fina combinación de racionalismo y utopía.
Entre los “extremos” de la organización social, otrora con amplia militancia en ambas concepciones, hoy vemos que la participación ciudadana no es relevante en esos cuadros, entre otras cosas, porque la preocupación de la sociedad contemporánea, se decanta por otras y bien diferentes cuestiones, relacionadas con el consumo, el bienestar, las practicas lúdicas, banales o hedonistas, o sea, lo que hoy se denomina, calidad de vida.
El trascendentalismo ha pasado de moda; las ideologías –que no es lo mismo que las ideas- perecieron y resultaron sepultadas por un chabacano y dialéctico debate mediático carente de rigor. Hoy es más frecuente que los políticos discutan por televisión, que no en el parlamento, donde todo está amañado de antemano. Muchas veces nos hemos alegrado por la defunción de las ideologías, y así, equivocadamente, creímos que la respuesta a semejante cambio, conllevaría a un mundo más armónico, solidario, justo y pacifico. El presente nos demuestra que habíamos caído en un error, pero lo que es peor, el futuro, de no mediar cambios, se puede tornar insoportable por la incertidumbre que se presenta ante la falta de alternativas que remedien las injusticias vigentes.
Desde el nacimiento y definición de la organización social, entre los diferentes sistemas que adoptaron las diversas civilizaciones, siempre existieron formas del pensamiento contrapuestas, que discurrían desde las moderadas a las revolucionarias; de la defensa a ultranza del “régimen imperante”, a los que propiciaban un “nuevo régimen”; de las que alentaban el poder absoluto y el despotismo a las libertarias; de los totalitarismos a la libertad republicana defensora de la división de poderes y la dignidad del hombre. En definitiva, la historia se debate siempre entre los que creen en el hombre, con sus virtudes y miserias, y los que lo aborrecen, desprecian y ningunean, para erigirse ellos, los supremos y poderosos, en artífices y depositarios del poder.
Que le ocurre con el capitalismo en nuestros días
Está claro que salvo excepciones, el mundo económico occidental responde a la estructura capitalista. Además celebramos la incorporación de países, hasta hace poco comunistas y que pertenecían a la antigua URSS, a la Unión europea y últimamente, el ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio, que Rusia se incorporé al G7 y ¡hasta a al OTAN!.
Es natural que cualquier referencia que se realice a la condición de vida de los habitantes del mundo, quienes participan del capitalismo, no encontrarán dificultad para aseverar que la calidad de vida de sus ciudadanos, supera en todos los índices, a los habitantes del mundo no capitalista.
Sin embargo, no hace falta estar muy informado para ver que en gran parte del mundo, el capitalismo encuentra cada día más opiniones que lo injurian y maltratan hasta ponerlo como un sistema perverso e inhumano, presentando a los capitalistas como unos señores que se desvelan, pensado como ganar más y más dinero (algo natural, si lícito), pero a costa de machacar al trabajador. Y como algo de razón hay en ambos extremos, ósea, entre los que halagan y los que condenan, alguna explicación debemos encontrar a esa dicotomía. Quizás recurriendo a comportamientos éticos encontremos la mejor explicación, la más inteligente, para luego intentar actuar en consecuencia.
Sin lugar a dudas, parte del problema, de difícil por no decir de imposible solución, está en el fundamentalismo dialéctico, o simplemente en el cinismo o la mentira que reduce los problemas reales que padece dos terceras partes de la población mundial al capitalismo. Eso profetizan muchos encumbrados disertantes que ejercen en cuanta oportunidad se les presenta como los salvadores de la humanidad. Ante esas conductas poco cabe hacer, y algunas de esas practicas parecen haberse entronizado de algunos adalides carismáticos, que utilizan tribunas en reconocidos foros, ya sea en Davos, Nueva York, o Seatle, para los capitalistas, o los “sociales” de los antiglobalización, para lanzar consignas demagogicas alejadas de lo que la gente quiere o necesita.
Un segundo problema, y este para mí el de mayor envergadura, pero de posible solución si se aplica la ética de la inteligencia, radica en la desaforada concentración del poder empresario, amparado, cuando no propiciado, por los propios gobiernos que renunciaron a ser los garantes de la defensa de la competencia, la libertad de comercio y de trabajo, tentados y comparados por el embrujo del dinero. No está de más recordar, que la “ley de bronce” del capitalismo, es la oferta y la demanda universal, o sea, la competencia en su más amplio concepto, lo cual está reñido con la concentración, el oligopolio y las regulaciones. Pero también es bueno recordar que el capitalismo tiende por defecto a la concentración económica y por ello, es imperioso para la preservación del sistema, imponer controles para evitar tal concentración afecte a la sociedad y a la competencia comercial.
La aparentemente inofensiva y celebrada estrategia de fusión de empresas, que comenzó en norteamericanas a comienzos de la década de los 90 y años más tarde en Europa, desató una inusitada euforia bursátil que fue un aporte sustancial a la tasa de crecimiento económico, la que parecía impulsado por una fuerza invisible, que como por arte de magia, se visualizaba mediante crecimientos económicos de magnitudes envidiables. Este espejismo subvirtió el sistema, dando lugar a la postre, a la proliferación de quiebras millonarias y calamitosos trastornos sociales. Allí esta la “eléctrica” Enron como ejemplo supremo de estafa y corrupción en la cuna misma del Estado de Derecho y el capitalismo.
Pero sin llegar a esos extremos fraudulentos, las nuevas formas de las políticas empresariales, está minando su propia esencia, imponiendo una nueva versión de la “esclavitud laboral” a la que somete a sus empleados, sin diferenciar condición o puesto que ocupen en la organización. Estas prácticas incluyen una jornada laboral sin límites razonables, o la desnaturalización de una excelente política laboral de “objetivos”, la que tornase desmedida y salvaje, somete al trabajador a una insoportable presión que lo destruye como persona. Debemos recordar que no existe capitalismo sin ética, de lo contrario se rata de otra cosa.
En fin, todo ello me lleva a afirmar que las deficiencias económicas y sociales no están en el sistema capitalista, tal como hemos entendido el capitalismo desde siempre, -el de la sumatoria armoniosa del capital y el trabajo fecundo, bajo estrictas reglas de convivencia, y con beneficios individuales y colectivos-, ni tampoco en los empresarios creadores de riqueza, ni en la modernización de los medios de producción que conlleva a la productividad, ni en los beneficios económicos, razón de ser de una empresa, sino que el mal radica en la “cultura del pelotazo”, en los inescrupulosos que juegan a empresarios, cuando en realidad actúan como especuladores o administradores desaprensivos de fondos basura que manejas miles de millones, y que eufemísticamente llaman “fondos de inversión”. El mundo entero está inmerso en estas prácticas depredadoras que la izquierda maligna llama "capitalismo salvaje", cuando en realidad se trata de actividades corruptas vinculadas en muchos casos al blanqueo de dinero o la usura, las que están dejando en la ruina a trabajadores y familias que creyeron pertenecer a grandes y sólidos grupos empresarios, que no eran más que una máscara o tapadera de actividades delictivas.
Por el bien y honra del capitalismo tradicional que debemos recuperar, vallan los conceptos vertidos en este artículo".
Carlos Vázquez Dieguez
Pamplona, 7 de febrero de 2002
sábado, 6 de junio de 2009
EL MONO Y EL GATO
Tenía el señor don Gil
hombre amigo de cucañas
rebosando de castañas
un estupendo barril
Enviáronle de Tetuán
un mono de pocos años,
que por sus muchos amaños
se llamó el Gran Capitán
Entró nuestro mono un día
de don Gil al aposento
y ocurrióle en el momento
una extraña fechoría:
Del barril logró sacar
de castañas un puñado
y en la estufa, con cuidado
echólas luego a tostar.
Alegre como unas pascuas,
da el comerlas por seguro,
más hallóse en gran apuro
al mirarlas hechas ascuas.
Y notando a Zapirón
que en blando cojín dormía,
díjole: "Ven vida mía,
dueño de mi corazón.
Aquí podrás eludir
el duro rigor del frío;
no tardes, amigo mío;
tu ausencia me hace sufrir".
Con zalamero ademán
y el espinazo encorvado,
paso a paso fuese andando
el gato hacia el Capitán.
Y éste, de dulzura lleno,
le dijo: "Acércate más,
acércate y dormirás,
reclinado aquí en mi seno".
El buen gato la cabeza
reclina con donosura,
y el mico por la cintura
agarrólo con destreza.
Y tomándole una mano
barre con ella la estufa;
Zapirón se encrespa y bufa
y pide venganza en vano.
Pues el monazo traidor
dice: "¡Calla vil gatillo,
y agradece que me humillo
a aceptar de tí un favor.
Si acaso mi acción no es buena,
al hombre debes culpar,
pues él me enseñó a sacar
la brasa con mano ajena!"
Ricardo Carrasquilla
Poeta y escritor colombiano
(N. 22 de agosto de 1827, Quibdó; m. 24 de diciembre de 1886, Bogotá)
hombre amigo de cucañas
rebosando de castañas
un estupendo barril
Enviáronle de Tetuán
un mono de pocos años,
que por sus muchos amaños
se llamó el Gran Capitán
Entró nuestro mono un día
de don Gil al aposento
y ocurrióle en el momento
una extraña fechoría:
Del barril logró sacar
de castañas un puñado
y en la estufa, con cuidado
echólas luego a tostar.
Alegre como unas pascuas,
da el comerlas por seguro,
más hallóse en gran apuro
al mirarlas hechas ascuas.
Y notando a Zapirón
que en blando cojín dormía,
díjole: "Ven vida mía,
dueño de mi corazón.
Aquí podrás eludir
el duro rigor del frío;
no tardes, amigo mío;
tu ausencia me hace sufrir".
Con zalamero ademán
y el espinazo encorvado,
paso a paso fuese andando
el gato hacia el Capitán.
Y éste, de dulzura lleno,
le dijo: "Acércate más,
acércate y dormirás,
reclinado aquí en mi seno".
El buen gato la cabeza
reclina con donosura,
y el mico por la cintura
agarrólo con destreza.
Y tomándole una mano
barre con ella la estufa;
Zapirón se encrespa y bufa
y pide venganza en vano.
Pues el monazo traidor
dice: "¡Calla vil gatillo,
y agradece que me humillo
a aceptar de tí un favor.
Si acaso mi acción no es buena,
al hombre debes culpar,
pues él me enseñó a sacar
la brasa con mano ajena!"
Ricardo Carrasquilla
Poeta y escritor colombiano
(N. 22 de agosto de 1827, Quibdó; m. 24 de diciembre de 1886, Bogotá)
martes, 19 de mayo de 2009
LOS PENSAMIENTOS IRRACIONALES
Vivencias vividas (3)
Aunque no seamos consientes, todos en mayor o menor medida tendemos a tener pensamientos o ideas irracionales, que en líneas generales se corresponden con situaciones imaginarias que en el 85% de los casos, nunca van a ocurrir. Sin embargo, cuando se instalan en nuestra mente ese tipo de pensamientos, el daño que producen es monumental. Parece mentira que algo que tienen mas posibilidades de no ocurrir que hacerse realidad, pueda trastornar nuestra vida, pero esa es la verdadera desgracia que padecen quienes hacen de estos pensamientos una costumbre cotidiana y recurrente.
Casi siempre las creencias irracionales brotan de la tendencia humana de ver el mundo algo deformado, y de hacer afirmaciones irreales de lo que ha ocurrido, cuando no de las propias afirmaciones exigentes e imperativas tales como: “debería ocurrir”; “es necesario que ocurra” “tendría que suceder….”
En el momento que la persona convierte un deseo en horrible necesidad, en exigencia absoluta, las afirmaciones irracionales se originan casi inevitablemente.
En una oportunidad leí un libro en el que gráficamente indicaba que este tipo de pensamientos se originan como si estuviésemos ante una charlatana que nos machaca con sus cuentos. Si somos proclives a prendernos al cuento que nos cuenta la charlatana, nos disponemos a entrar en bucle exponencial entre nuestra imaginación y lo que nos “cuenta” esta chismosa que, según reza la mazurca de Vaccarezza es una “calumniadora que vive cortando yuyos; no lavan los trapos suyos y los ajenos quieren lavar”.
La imagen es muy gráfica, y nadie en su sano juicio puede hacerse eco de semejante personaje y sus invenciones, pero si nos miramos hacia adentro veremos que en más de una oportunidad caemos en la trampa que nos tienden los pensamientos irracionales.
Por lo tanto de lo que se trata, es de ser consiente de que se nos está instalando en nuestra mente un pensamiento insano y lo que corresponde hacer, es reemplazarlo por hechos contrastados y positivos.
Un típico ejemplo tenemos cuando esperamos que alguien nos llame por teléfono (sin que se nos hubiese confirmado que nos llamarían) y la llamada no llega. En este ejemplo pueden ocurrir dos situaciones: 1) pensar que si no nos llaman es porque no pude, o no quiere (está en su derecho), lo cual por otra parte ha ocurrido otras veces; o 2) pensar que una desgracia puede haber sucedido. En el primer caso recurrimos a la experiencia e instalamos en nuestra mente hechos contrastados; en el segundo caso entramos en la irracionalidad de querer preocuparnos hasta límites insospechables. Ustedes mismos saquen sus conclusiones del camino a seguir.
Si queréis tener una guía de las ideas irracionales, os dejo un capítulo de uno de los cursos de Crecimiento Personal que se dictan en el Teléfono de la Esperanza. (AQUÍ)
Aunque no seamos consientes, todos en mayor o menor medida tendemos a tener pensamientos o ideas irracionales, que en líneas generales se corresponden con situaciones imaginarias que en el 85% de los casos, nunca van a ocurrir. Sin embargo, cuando se instalan en nuestra mente ese tipo de pensamientos, el daño que producen es monumental. Parece mentira que algo que tienen mas posibilidades de no ocurrir que hacerse realidad, pueda trastornar nuestra vida, pero esa es la verdadera desgracia que padecen quienes hacen de estos pensamientos una costumbre cotidiana y recurrente.
Casi siempre las creencias irracionales brotan de la tendencia humana de ver el mundo algo deformado, y de hacer afirmaciones irreales de lo que ha ocurrido, cuando no de las propias afirmaciones exigentes e imperativas tales como: “debería ocurrir”; “es necesario que ocurra” “tendría que suceder….”
En el momento que la persona convierte un deseo en horrible necesidad, en exigencia absoluta, las afirmaciones irracionales se originan casi inevitablemente.
En una oportunidad leí un libro en el que gráficamente indicaba que este tipo de pensamientos se originan como si estuviésemos ante una charlatana que nos machaca con sus cuentos. Si somos proclives a prendernos al cuento que nos cuenta la charlatana, nos disponemos a entrar en bucle exponencial entre nuestra imaginación y lo que nos “cuenta” esta chismosa que, según reza la mazurca de Vaccarezza es una “calumniadora que vive cortando yuyos; no lavan los trapos suyos y los ajenos quieren lavar”.
La imagen es muy gráfica, y nadie en su sano juicio puede hacerse eco de semejante personaje y sus invenciones, pero si nos miramos hacia adentro veremos que en más de una oportunidad caemos en la trampa que nos tienden los pensamientos irracionales.
Por lo tanto de lo que se trata, es de ser consiente de que se nos está instalando en nuestra mente un pensamiento insano y lo que corresponde hacer, es reemplazarlo por hechos contrastados y positivos.
Un típico ejemplo tenemos cuando esperamos que alguien nos llame por teléfono (sin que se nos hubiese confirmado que nos llamarían) y la llamada no llega. En este ejemplo pueden ocurrir dos situaciones: 1) pensar que si no nos llaman es porque no pude, o no quiere (está en su derecho), lo cual por otra parte ha ocurrido otras veces; o 2) pensar que una desgracia puede haber sucedido. En el primer caso recurrimos a la experiencia e instalamos en nuestra mente hechos contrastados; en el segundo caso entramos en la irracionalidad de querer preocuparnos hasta límites insospechables. Ustedes mismos saquen sus conclusiones del camino a seguir.
Si queréis tener una guía de las ideas irracionales, os dejo un capítulo de uno de los cursos de Crecimiento Personal que se dictan en el Teléfono de la Esperanza. (AQUÍ)
viernes, 15 de mayo de 2009
PENSAMIENTOS IRRACIONALES
TELÉFONO DE LA ESPERANZA
CURSO DE CRECIMIENTO PERSONAL
"CREENCIAS IRRACIONALES FRENTE A
PENSAMIENTOS RACIONALES"
1. ALGUNAS IDEAS IRRACIONALES FRECUENTES
A continuación presentamos algunas de las ideas irracionales que más frecuentemente se sue¬len utilizar y que, cuando las aplicamos a nuestra forma de pensar y de actuar no nos permiten ver la realidad de una manera objetiva y, por lo tanto, nos hacen sufrir.
1. He de ser querido y apreciado prácticamente por todos, pero especialmente por aquellos que son importantes para mí.
2. He de ser perfecto, sumamente competente y cosechar éxitos rotundos para poder aceptar mi valor personal intrínseco.
3. Mi felicidad está totalmente fuera de mi control pues depende completamente de circuns¬tancias externas.
4. No es posible contrarrestar la influencia de mi pasado. Los acontecimientos y experiencias de mi vida pasada determinan mi vida y conducta presente.
5. Todos y cada uno de mis problemas tienen una solución perfecta, y si no la encuentro estoy condenado al fracaso total.
6. Acontecimientos peligrosos y temibles necesariamente han de causar una ansiedad tre¬menda. He de prepararme para lo peor que me puede ocurrir dando vueltas constantemente en mi cabeza a toda clase de calamidades posibles.
7. He de depender de otros y tengo que contar con alguien más fuerte que yo en el que me pueda apoyar.
8. Es terrible que mis planes no se realicen como yo los había concebido. Cuando las cosas me van mal es una verdadera catástrofe.
9. Es mejor evitar dificultades y responsabilidades personales que hacerles frente.
10. Hay gente mala, maliciosa y malvada, que merecen se les condene y castigue por sus errores y mala conducta.
11. Uno ha de sentirse profundamente perturbado por los problemas y desgracias de los demás, especialmente de los más allegados.
12. Creencias propagadas por las autoridades competentes y la sociedad son conectas, y no deben ser cuestionadas.
13. Debo sentirme culpable, condenarme y castigarme por mis errores, pecados y malas acciones.
2. ALTERNATIVAS RACIONALES
Con el pensamiento racional, lo que se pretende es que la persona que tiene ideas irraciona¬les, pueda reconocer que estas creencias no son realistas y, por tanto, perjudican sus intereses emo¬cionales y relacionales y, una vez tome conciencia de ello, pueda abandonarlas y asumir nuevas creencias racionales más apropiadas y beneficiosas para ella.
Algunas alternativas racionales que la persona puede plantearse frente a los pensamientos irracionales, podrían ser las siguientes:
1. Prefiero y deseo ser querido y apreciado, pero, como adulto que soy, no puedo obtener, ni necesito amor y aprobación de todos, ni siquiera de aquellos que son especialmente importantes para mí. Comprar amor y aprobación al precio de mis valo¬res e intereses personales sería auto-derrotista.
2. Quiero de veras obtener las metas que me proponga y actuar competentemente en mis pro¬yectos, pero sea cual fuere mi actuación y mi conducta acepto plenamente mi valía perso¬nal intrínseca. Me acepto incondicionalmente como Ser Humano Falible al mismo nivel de los demás seres humanos.
3. Mi felicidad depende, en gran parte, no de acontecimientos y circunstancias externas, sino de mis actitudes, puntos de vista, opiniones y creencias. Felicidad o infelicidad surge de manera que yo percibo, interpreto, evalúo y verbalizo internamente estos acontecimientos o circunstancias.
4. Mis experiencias pasadas han influido, e influyen, en la formación de mis actitudes y creencias presentes, pero no tienen qué controlarme irremisiblemente. Como adulto, en po¬sesión de una razonable capacidad mental, tengo el poder de reemplazar mis creencias irra¬cionales y autoderrotistas.
5. La mayoría de los problemas permiten diversas opciones y soluciones alternativas. Y si un problema parece no tener solución, lo más sensato es aprender a vivir con él y asumirlo sin ansiedad excesiva.
6. Sé por experiencia que es inútil y derrotista darle vueltas a las calamidades que me pueden ocurrir. Excesiva preocupación y ansiedad no es una ayuda sino una dificultad para superar situaciones difíciles. Es mucho más eficaz usar mi energía en evaluar una situación y deci¬dir qué se puede hacer para prevenir una tragedia probable.
7. No hay dificultad en pedir ayuda cuando verdaderamente se necesita. Pero no estoy dis¬puesto a abandonarme en las manos de nadie. Es mi derecho y mi voluntad decidir por mi cuenta y riesgo, aceptar responsabilidad por mis acciones y ser quien soy.
8. Cuando las cosas no van según mis planes es desalentador y desagradable, pero no es el fin del mundo. Perturbarse profundamente porque nuestros planes y proyectos se frustran es inútil y derrotista. Lo sensato es aceptar las inevitables frustraciones de la vida, aprender de ellas, y pasar a otra cosa.
9. Hacer frente a dificultades y responsabilidades produce satisfacción más duradera que evi¬tarlas. Evitarlas genera nuevos problemas y conduce a pérdida de confianza en sí mismo. Es más sensato usar nuestras energías en hacer lo posible por superar dificultades que en inventar maniobras para evitarlas.
10. Lo que condenamos como maldad en mucha gente es a menudo el resultado de ignorancia, deficiencia mental o perturbación afectiva. Condenarles y castigarles ni es justo ni eficaz. Es más sensato evaluar la acción o la conducta sin condenar la persona.
11. Es bueno darse cuenta y sentir hasta cierto punto los sufrimientos de otros, examinar con interés sus problemas y ofrecer ayuda apropiada, y al mismo tiempo mantener nuestro equilibrio mental. El sentirse profundamente perturbado no ayuda a nadie.
12. Creencias propagadas por autoridades competentes y la sociedad merecen ser cuestionadas con aperturismo crítico. Como adulto que soy tengo el derecho a aceptar y a descartar, a conciencia, cualquier creencia.
13. Sentirse culpable, condenarse y castigarse no sirve para nada. Es más sensato y saludable aceptar responsabilidad por mis acciones, reconocer mis errores y mejorar mi conducta en el futuro, sin perder el respeto por mi persona.
*Reforzar esta nueva manera de pensar por medio de la Repetición, imaginación y
Conducta congruente.
3. CONFRONTAR LAS IDEAS IRRACIONALES CON PENSAMIENTOS RACIONALES
Para poder cambiar las ideas irracionales por otros pensamientos más realistas y racionales, la persona ha de tener un marco de referencia distinto del producido por las ideas irracionales, ha de poder ver estás ideas negativas en relación a otras ideas o planteamientos más objetivos y realistas. Esto se consigue a través de una técnica que llamamos confrontación.
Con el fin de que entiendas con mayor precisión aún en qué consiste la confrontación y fa¬cilitarte su empleo en tu propia vida, te presentamos aquí algunos ejemplos de confrontaciones sa¬cados de la experiencia de varios consultantes. Advertirás que todos ellos están concebidos confor¬me a un mismo plan, que tiene cinco etapas
a) Acontecimiento u ocasión.
b) Ideas irracionales.
c) Resultados de las ideas irracionales.
d) Confrontación.
e) Resultados de la confrontación.
Acontecimiento: Mi marido ha llegado tarde a cenar sin haber avisado.
Ideas irracionales: "El abusa de mí. Tendría que habérmelo dicho. Esto nos perturba terriblemen¬te".
Resultados de las ideas irracionales: Agresividad, tensión.
Confrontación: "Hubiera preferido que me hubiera avisado, pero estaba en su derecho al no hacerlo.
Si se le olvidó, es algo sencillamente humano. Eso, de hecho, no nos perturba sino ligeramente ".
Resultados de la confrontación: Mayor tranquilidad; incluso le he tirado alguna puntada cariñosa y nos hemos reído los dos.
Acontecimiento: Mi hija nos ha comunicado que quiere abandonar la casa y vivir en un apartamento.
Ideas irracionales: "Es demasiado joven. As! es como nos agradece nuestros desvelos y nuestro cariño. No tiene derecho a hacernos eso".
Resultados de las ideas irracionales: Gran ansiedad, llantos, inicio de amargas disputas.
Confrontación: (Salí a darme un paseo durante diez minutos para recobrarme).
"¿Dónde está la prueba de que sea demasiado joven? Soy yo quien lo afirma, y no necesariamente es verdad. Su gesto no puede significar necesariamente que nos rechace; y, aun cuando así fuera, nada prueba que tenga que amargarnos hasta la locura. Ella tiene perfecto derecho a disponer de su vida y de su persona según su entender".
Resultados de la confrontación: Profundo sosiego, que ha posibilitado una discusión más sere¬na y más objetiva sobre las ventajas y las desventajas de su decisión.
Acontecimiento: Mi mujer y yo hemos discutido, cosa bastante rara entre nosotros, y ella ha estado llorando toda la noche.
Ideas irracionales : "¡Qué bruto soy! si tuviera un poco de sensibilidad, jamás le levantaría el tono al hablarle. No merezco que siga conmigo. ¡Soy un miserable! .
Resultados de las ideas irracionales: Dolor, depresión, incapacidad de digerir, insomnio.
Confrontación: Por mucho que haga, no dejaré de ser un ser humano imperfecto. Quiero mucho a mi mujer, pero nunca la amaré perfectamente. De todos modos, es importante que ponga atención en liberar mi espíritu de los pensamientos que me han llevado a enfa¬darme con ella. Soy capaz de mejorar en ese punto trabajando duro".
Resultados de la confrontación: Sueño tras unas horas. Al día siguiente conseguí expli¬carme francamente con ella.
CUESTIONARIO
1. ¿ Qué ideas principalmente, de las expuestas en el documento, te afectan de una forma más insistente ?
2. ¿ Qué consecuencias emocionales y conductuales tienen en tu vida ?
miércoles, 13 de mayo de 2009
LOS CAPRICHOS
Vivencias vividas (2)
Una gran parte de nuestros comportamientos los hemos aprendido en la niñez. Los mensajes parentales, los que nos han llegado de las personas de referencias, padres, maestros etc. han ido estableciendo de una forma inconciente, lo que hoy somos y como nos comportamos. Evidentemente los hay quienes en un proceso de crecimiento personal han sustituido comportamientos y hábitos por formas mas acordes a su condición actual. El problema radica en quienes aun conservan hábitos impropios del adulto, y se manejan con pautas disfuncionales, que además de ser desde un punto de vista relacional negativas, produce un gran daño a la persona. Uno de esos comportamientos a los que me refiero son LOS CAPRICHOS.
Un capricho es una demanda inspirada en un antojo (y por lo tanto innecesaria) formulada con muestras de enfado y extravagancia con la finalidad de llamar la atención y así satisfacer el deseo. Ello es algo muy natural en los niños, ya que en muchos casos esa forma de manifestar su deseo, es un recurso para ser atendidos. Ocurre que si mediante esta táctica se consigue la demanda, ese comportamiento se registra como válido y si en sucesivas ocasiones nos es funcional, la adoptaremos como una forma de comportamiento “útil”.
Todos tenemos demandas que consideramos vitales, pero también puede que nos enfrentemos a un capricho. Las preguntas clave que nos debemos hacer para distinguir un capricho de una demanda necesaria para nuestra vida, son del tipo ¿puedo yo ser feliz sin ello?; ¿no es suficiente con lo que tengo? ¿Pienso solo en mi o también me pongo en el lugar del otro?. En ocasiones también empleamos los caprichos para medir fuerzas, para ver hasta donde puedo tirar de la cuerda en la prosecución de mis requerimientos, llegando incluso al regocijo cuando se logra la imposición (el capricho tiene mucho de autoritarismo).
Así como cuando estamos frente a una demanda que consideramos necesaria para nuestra estabilidad psíquica, funcional o relacional tenemos el derecho de procurar su satisfacción, frente al capricho solo cabe la desestimación de éste. Cuando así nos comportamos estamos obrando de una forma sana. Contrariamente si continuamos en nuestro empeño caprichoso, ante la negación a la demanda caprichosa, puede que nos invada un sentimiento de frustración, irritabilidad y enfado, en definitiva, sufrimiento. ¿y todo ello simplemente por un capricho?.
Seguro que te estás dando cuenta de que no vale la pena pasarlo mal por pedir caprichosamente algo que no necesitamos. Y más aún, ¿Cómo imaginan que se siente nuestro “benefactor” frente a una petición antojadiza?.
Una gran parte de nuestros comportamientos los hemos aprendido en la niñez. Los mensajes parentales, los que nos han llegado de las personas de referencias, padres, maestros etc. han ido estableciendo de una forma inconciente, lo que hoy somos y como nos comportamos. Evidentemente los hay quienes en un proceso de crecimiento personal han sustituido comportamientos y hábitos por formas mas acordes a su condición actual. El problema radica en quienes aun conservan hábitos impropios del adulto, y se manejan con pautas disfuncionales, que además de ser desde un punto de vista relacional negativas, produce un gran daño a la persona. Uno de esos comportamientos a los que me refiero son LOS CAPRICHOS.
Un capricho es una demanda inspirada en un antojo (y por lo tanto innecesaria) formulada con muestras de enfado y extravagancia con la finalidad de llamar la atención y así satisfacer el deseo. Ello es algo muy natural en los niños, ya que en muchos casos esa forma de manifestar su deseo, es un recurso para ser atendidos. Ocurre que si mediante esta táctica se consigue la demanda, ese comportamiento se registra como válido y si en sucesivas ocasiones nos es funcional, la adoptaremos como una forma de comportamiento “útil”.
Todos tenemos demandas que consideramos vitales, pero también puede que nos enfrentemos a un capricho. Las preguntas clave que nos debemos hacer para distinguir un capricho de una demanda necesaria para nuestra vida, son del tipo ¿puedo yo ser feliz sin ello?; ¿no es suficiente con lo que tengo? ¿Pienso solo en mi o también me pongo en el lugar del otro?. En ocasiones también empleamos los caprichos para medir fuerzas, para ver hasta donde puedo tirar de la cuerda en la prosecución de mis requerimientos, llegando incluso al regocijo cuando se logra la imposición (el capricho tiene mucho de autoritarismo).
Así como cuando estamos frente a una demanda que consideramos necesaria para nuestra estabilidad psíquica, funcional o relacional tenemos el derecho de procurar su satisfacción, frente al capricho solo cabe la desestimación de éste. Cuando así nos comportamos estamos obrando de una forma sana. Contrariamente si continuamos en nuestro empeño caprichoso, ante la negación a la demanda caprichosa, puede que nos invada un sentimiento de frustración, irritabilidad y enfado, en definitiva, sufrimiento. ¿y todo ello simplemente por un capricho?.
Seguro que te estás dando cuenta de que no vale la pena pasarlo mal por pedir caprichosamente algo que no necesitamos. Y más aún, ¿Cómo imaginan que se siente nuestro “benefactor” frente a una petición antojadiza?.
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